Las experiencias traumáticas en la vida temprana pueden
dejar cicatrices emocionales. Pero un nuevo estudio sugiere que la violencia en
la infancia puede dejar una marca genética también. Los investigadores han
encontrado que los niños que son maltratados y acosados tienden a tener telómeros más cortos en las estructuras de las puntas
de los cromosomas, cuya contracción se ha relacionado con el envejecimiento y
la enfermedad.
Los telómeros evitan que las hebras de ADN se deshilachen,
al igual que los herretes de plástico en un cordón de zapato. Cuando las
células se dividen, estas estructuras se hacen más cortas, lo que limita el
número de veces que una célula pueda reproducirse. Por esta razón, los
telómeros puede reflejar la edad biológica. Las investigaciones han encontrado
asociaciones entre el estrés y la acelerada pérdida de los telómeros, y
acortamiento de los mismos se correlacionan con varios problemas de salud,
incluyendo la diabetes, la demencia y la fatiga.
Pero la relación entre la longitud de los telómeros, la
salud y la longevidad no está aun del todo claro. "Hay muchas dudas en el
campo", señala Joao Passos, un especialista en el envejecimiento celular
en la Universidad de Newcastle en el Reino Unido, que no participó en la
investigación. "Porque así como muchos estudios que muestran la longitud
del telómero como un buen predictor de los resultados de salud, y hay tantos
que no encuentran ninguna relación."
Tampoco está claro si el estrés infantil puede afectar a la
longitud del telómero. Casi todo el trabajo reciente sobre el tema ha utilizado
retrospectiva de datos, es decir, los recuerdos de los adultos acerca de su
pasado. El nuevo estudio examinó los niños que estaban bajo presión para
determinar si tienen telómeros más cortos.
Los telómeros (rojo) son más cortos en los niños que han sufrido
abusos.
Para llevar a cabo el experimento, un equipo de
investigadores de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte, utilizó
datos del Estudio Longitudinal de Riesgo Ambiental gemelo, que ha seguido a
1100 pares de gemelos británicos desde el nacimiento observando cómo
interactúan los genes y el medio ambiente. Además de reunir información sobre
la alimentación, la educación y los ingresos, los científicos entrevistaron a
las madres acerca de la experiencia de sus hijos ante la violencia en la forma
de abuso físico directo, la intimidación y la exposición a la violencia
doméstica por parte de los padres.
El equipo seleccionó 236 niños, la mitad de los cuales
habían sufrido al menos una forma de violencia. A partir de muestras de ADN
recogidas en las edades de 5 y 10, los investigadores midieron la longitud de
los telómeros mediante reacción en cadena de la polimerasa para determinar
cuántas veces un gen en particular se copió. El número promedio de veces que un
gen se replica fue menor entre los niños que habían sufrido violencia, el
equipo informa hoy en Molecular Psychiatry, lo que indica una relación entre la
violencia y el acortamiento de los telómeros. Además, los investigadores
encontraron una asociación significativa entre el número de experiencias
violentas y la cantidad de pérdida de telómeros.
"Los niños que sufren violencia física parecen estar
envejeciendo a un ritmo más rápido", dice el neurocientífico y coautor
Avshalom Caspi. Como resultado de ello, dice, pueden enfrentar un mayor riesgo
de enfermedades en la edad adulta y posiblemente acortar su vida útil.
Pero los resultados no fueron del todo sombríos. Entre un
pequeño número de muestras de ADN extraídas de los niños que habían sufrido
violencia antes de los 5, pero no después, los investigadores observaron el
crecimiento de los telómeros de manera normal en comparación con los niños que
habían sufrido varios incidentes de violencia entre los 5 y 10 años de edad,
por el contrario, mostraron un claro patrón de pérdida de los telómeros. Este
hallazgo podría ser el resultado de errores en la forma en que los telómeros se
midieron, dice el neurobiólogo Idan Shalev, autor principal. Pero otros
estudios sugieren que hacer cambios saludables de vida, como reducir el estrés
y hacer ejercicio, puede ralentizar el ritmo de pérdida de los telómeros.
Shalev sugiere que la mejora del entorno de un niño en el hogar puede tener el
mismo efecto en la protección de los telómeros.
Charles Nelson, un neurocientífico de pediatría en la
Harvard Medical School en Boston, dice que los científicos no saben si es
posible revertir acortamiento de los telómeros. Sin embargo, dice, "Va a
ser interesante ver si este proceso se revertirá si estos niños son separados
de sus hogares abusivos y se coloca con las familias seguras".
La investigación futura puede dar una respuesta. Ahora que
los niños del estudio son 18, el equipo de la Duke planea medir los telómeros
de nuevo para determinar si la reducción se ha ralentizado, o incluso
invertirse, para los niños que fueron sacados de ambientes estresantes.
La psicóloga Elissa Epel de la Universidad de California en
San Francisco, dice que aunque las preguntas cobran gran importancia en este
campo de investigación, el trabajo pone de relieve la necesidad de proteger a
los niños.
Con información de http://news.sciencemag.org
Con información de http://news.sciencemag.org
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