jueves, 26 de abril de 2012

La violencia infantil deja cicatrices genéticas

Las experiencias traumáticas en la vida temprana pueden dejar cicatrices emocionales. Pero un nuevo estudio sugiere que la violencia en la infancia puede dejar una marca genética también. Los investigadores han encontrado que los niños que son maltratados y acosados ​​tienden a tener telómeros más cortos en las estructuras de las puntas de los cromosomas, cuya contracción se ha relacionado con el envejecimiento y la enfermedad.

Los telómeros evitan que las hebras de ADN se deshilachen, al igual que los herretes de plástico en un cordón de zapato. Cuando las células se dividen, estas estructuras se hacen más cortas, lo que limita el número de veces que una célula pueda reproducirse. Por esta razón, los telómeros puede reflejar la edad biológica. Las investigaciones han encontrado asociaciones entre el estrés y la acelerada pérdida de los telómeros, y acortamiento de los mismos se correlacionan con varios problemas de salud, incluyendo la diabetes, la demencia y la fatiga.

Pero la relación entre la longitud de los telómeros, la salud y la longevidad no está aun del todo  claro. "Hay muchas dudas en el campo", señala Joao Passos, un especialista en el envejecimiento celular en la Universidad de Newcastle en el Reino Unido, que no participó en la investigación. "Porque así como muchos estudios que muestran la longitud del telómero como un buen predictor de los resultados de salud, y hay tantos que no encuentran ninguna relación."

Tampoco está claro si el estrés infantil puede afectar a la longitud del telómero. Casi todo el trabajo reciente sobre el tema ha utilizado retrospectiva de datos, es decir, los recuerdos de los adultos acerca de su pasado. El nuevo estudio examinó los niños que estaban bajo presión para determinar si tienen telómeros más cortos.
Los telómeros (rojo) son más cortos en los niños que han sufrido abusos.


Para llevar a cabo el experimento, un equipo de investigadores de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte, utilizó datos del Estudio Longitudinal de Riesgo Ambiental gemelo, que ha seguido a 1100 pares de gemelos británicos desde el nacimiento observando cómo interactúan los genes y el medio ambiente. Además de reunir información sobre la alimentación, la educación y los ingresos, los científicos entrevistaron a las madres acerca de la experiencia de sus hijos ante la violencia en la forma de abuso físico directo, la intimidación y la exposición a la violencia doméstica por parte de los padres.

El equipo seleccionó 236 niños, la mitad de los cuales habían sufrido al menos una forma de violencia. A partir de muestras de ADN recogidas en las edades de 5 y 10, los investigadores midieron la longitud de los telómeros mediante reacción en cadena de la polimerasa para determinar cuántas veces un gen en particular se copió. El número promedio de veces que un gen se replica fue menor entre los niños que habían sufrido violencia, el equipo informa hoy en Molecular Psychiatry, lo que indica una relación entre la violencia y el acortamiento de los telómeros. Además, los investigadores encontraron una asociación significativa entre el número de experiencias violentas y la cantidad de pérdida de telómeros.

"Los niños que sufren violencia física parecen estar envejeciendo a un ritmo más rápido", dice el neurocientífico y coautor Avshalom Caspi. Como resultado de ello, dice, pueden enfrentar un mayor riesgo de enfermedades en la edad adulta y posiblemente acortar su vida útil.

Pero los resultados no fueron del todo sombríos. Entre un pequeño número de muestras de ADN extraídas de los niños que habían sufrido violencia antes de los 5, pero no después, los investigadores observaron el crecimiento de los telómeros de manera normal en comparación con los niños que habían sufrido varios incidentes de violencia entre los 5 y 10 años de edad, por el contrario, mostraron un claro patrón de pérdida de los telómeros. Este hallazgo podría ser el resultado de errores en la forma en que los telómeros se midieron, dice el neurobiólogo Idan Shalev, autor principal. Pero otros estudios sugieren que hacer cambios saludables de vida, como reducir el estrés y hacer ejercicio, puede ralentizar el ritmo de pérdida de los telómeros. Shalev sugiere que la mejora del entorno de un niño en el hogar puede tener el mismo efecto en la protección de los telómeros.

Charles Nelson, un neurocientífico de pediatría en la Harvard Medical School en Boston, dice que los científicos no saben si es posible revertir acortamiento de los telómeros. Sin embargo, dice, "Va a ser interesante ver si este proceso se revertirá si estos niños son separados de sus hogares abusivos y se coloca con las familias seguras".

La investigación futura puede dar una respuesta. Ahora que los niños del estudio son 18, el equipo de la Duke planea medir los telómeros de nuevo para determinar si la reducción se ha ralentizado, o incluso invertirse, para los niños que fueron sacados de ambientes estresantes.


La psicóloga Elissa Epel de la Universidad de California en San Francisco, dice que aunque las preguntas cobran gran importancia en este campo de investigación, el trabajo pone de relieve la necesidad de proteger a los niños.

Con información de http://news.sciencemag.org

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